Blanca Bohemia
- Jairo Tirira
- 14 jun 2015
- 1 Min. de lectura

La oscuridad de sus calles y el ruido se hacen uno en una selva de cemento donde las miradas se entrecruzan cómplices de pecados no cometidos, la luz roja del semáforo advierte que me detenga para observar miles de pensamientos ocultos en los ojos, labios y cuerpos lujuriosos que hacen eco a una canción que resuena en lo profundo de una taberna, los detalles coloniales de un sendero y la oscuridad de un parque advierten peligro; se contrastan los matices cálidos de las luces amarillas mientras quiebro mi rumbo terminando en otra de las calles, plagada por un silencio perpetuo sin el menor indicio de tráfico advierto la presencia de una estatua lo lejos en una montaña mientras la curiosidad me invade sobre la visión nocturna de un espacio finito delimitado por cuadros como si fuese una realidad virtual en ocho bits, el amarillo de un taxi se detiene ante mí para llegar 15 minutos después a los pies de un ángel desde donde a través de un vórtice circular puedo observar como la blanca ciudad se ha tornado negra.
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